Ambientes participativos




Preparación para la experiencia escolar
Prof. Nereida J. Rodríguez
UPR – Bayamón

Las páginas del libro de la historia escolar de los niños y jóvenes se escriben cada año que inicia con el proceso de adaptación. Esto implica aceptar el reto de interrelacionar el aclimatarse a las exigencias académicas, sociales y emocionales que se generarán en el ambiente educativo.
La niñez se enfrenta a este desafío con las mismas interrogantes que concurren durante la adultez al estar delante de un evento nuevo. Los cuestionamientos son: ¿deben ser los estudiantes los que estén preparado para ir a la escuela?, o ¿debe ser la escuela la que esté preparada para promover un entorno apropiado para generar en el estudiante un proceso de ajuste y transición exitoso?. Subyace la idea principal de la disposición de la niñez para alcanzar las metas. Tradicionalmente, se plantea que le corresponde al estudiante junto a su familia asumir esta responsabilidad partiendo de la premisa de que el entorno escolar a través de una remodelación estructural es suficiente para recibir a la niñez.
Sin embargo, poder adaptarse a la escuela tiene que estar cimentar en involucrar a los estudiantes, la familia, y los educadores en dicha preparación que contribuirá en el desarrollo integral de la niñez. Por tanto, se destacan los principios que deben prevalecer en la familia y la escuela de los que se derivan las implicaciones para atender este asunto:
• La adaptación a la vida escolar es un proceso individual que toma tiempo acorde a la individualidad de cada niño y niña.
• La manifestación de la ansiedad y la tensión por parte de la niñez e incluso su familia se proyecta desde el llanto, el silencio, el dolor físico hasta acciones diversas y extremas. Esto implica distinguir la expresión de sentimientos de las acciones y visualizarlo como algo natural para poderlo manejar efectivamente.
• La familia es un ente esencial en este proceso. Por lo que tienen que generar actividades en el ámbito hogareño; entre ellas; involucrar al niño en todo lo concerniente a la selección de la escuela, la adquisición de útiles escolares, preparación de efectos personales, visitas al entorno escolar. Estructurar rutinas para el descanso, la alimentación y actividades dialógicas y artísticas para expresar ideas, sentimientos y experiencias relacionadas al ajuste de la vida escolar; como por ejemplo el dibujar y realizar ejercicios de relajación.
• El educador tiene que hacer los preparativos para recibir a la niñez y a su familia en un ambiente físico, temporal e interpersonal acogedor y apropiado a las necesidades, intereses y talentos de los estudiantes que van a interactuar y convivir juntos durante el tiempo determinado para la experiencia escolar. Esto alude a recibir a los estudiantes en un aula iluminada, limpia que posea espacios para cada uno de los participantes de manera que le brinde la confianza de que ese será el ambiente donde va a interactuar. Esto sustentando con el brillo de una sonrisa, una palmada, unos buenos días, una mirada mediado por una pieza musical instrumental que demarque el inicio de actividades estructuradas y planificadas para el recibimiento formal del estudiantado quien junto al educador delinearán las metas, los objetivos y posibles actividades y temáticas que de trabajarán durante el año escolar.
• La niñez asume la responsabilidad primaria de estudiar. Esto en un clima educativo que impere la calidad de las relaciones sociales y emocionales que conforman el abordaje de las temáticas con ellos mismos para invitarlos a la reflexión, análisis y expresión de ideas, sentimientos al enfrentarse a los retos; que constituirán la base para conocerse y auto controlarse; establecer relaciones interpersonales y tomar decisiones asertivas que evidencien su sensibilidad ante la vida.
En esencia, la integración de la niñez, la familia y el educador son la base para lograr con éxito el formar parte de la comunidad escolar. Esta a su vez, es la antesala a la adaptación social que urge esté sustentada en la calidad de las relaciones interpersonales que constituyen la esencia para ser entes participativos y vivir en sociedad.
Las esperanzas las ciframos cuando sustentamos el proceso con el apoyo, la confianza, el respeto, la solidaridad y la empatía que demuestre el adulto y sus pares ante experimentación de una nueva etapa que nos brinda la vida. Acompañemos a la niñez en el proceso de emprender el camino a la adaptación de la vida escolar para celebrar el éxito de haber afrontado con entereza, valentía y responsabilidad un nuevo año escolar.